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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este viernes desde Pennsylvania un nuevo golpe en su política de proteccionismo comercial: los aranceles a las importaciones de acero y aluminio se duplicarán, pasando del 25 por ciento al 50 por ciento. La medida, que entrará en vigor el miércoles próximo, fue presentada como un esfuerzo para “fortalecer aún más la industria del acero en Estados Unidos”.
Desde una planta de U.S. Steel en Mon Valley, Trump exaltó el reciente acuerdo entre Nippon Steel y U.S. Steel por 14.900 millones de dólares, destacando que la iniciativa —junto con los nuevos aranceles— busca preservar los empleos en el sector siderúrgico estadounidense. “Vamos a proteger lo nuestro”, sentenció el mandatario en medio de una multitud.
Un paso más en la guerra comercial
La decisión se produce pocas horas después de que Trump acusara a China de romper un acuerdo previo para reducir de forma mutua los aranceles y restricciones sobre minerales críticos. En respuesta, el gobierno estadounidense ha intensificado su postura proteccionista, generando reacciones negativas tanto de aliados como de socios comerciales clave.
Canadá, por ejemplo, denunció de inmediato la medida como una amenaza a la seguridad económica de América del Norte. Candace Laing, presidenta de la Cámara de Comercio canadiense, afirmó que la ruptura de cadenas de suministro eficientes y confiables representa un alto costo para ambos países.
En el mismo tono, el gobierno australiano —aliado estratégico de Estados Unidos en la región del Indo-Pacífico— condenó el aumento arancelario calificándolo de «injustificado» y advirtió que se trata de un acto que “lastima a consumidores y empresas que dependen del libre comercio”. El ministro de Comercio, Don Farrell, aseguró que Australia seguirá presionando para que se eliminen las tarifas.
Impacto económico directo
Estados Unidos es actualmente el mayor importador de acero del mundo (excluyendo a la Unión Europea), con un total de 26,2 millones de toneladas de acero importado en 2024, según datos del Departamento de Comercio. El aumento de aranceles tendrá efectos inmediatos en los precios, elevando los costos en industrias clave como la construcción, la automoción y la manufactura, además de afectar directamente a los consumidores.
Además del acero en bruto y el aluminio, la medida abarca una amplia gama de productos derivados como fregaderos de acero inoxidable, estufas de gas, bobinas para aire acondicionado, herraduras, sartenes de aluminio y bisagras de puertas.
En cifras, las importaciones estadounidenses de las 289 categorías afectadas alcanzaron un valor de 147.300 millones de dólares en 2024, de los cuales dos tercios corresponden al aluminio y el resto al acero. Este volumen supera ampliamente el impacto económico de los primeros aranceles que Trump impuso a productos industriales chinos en 2018, cuyo valor ascendía a 50.000 millones de dólares anuales.
Repercusiones políticas y electorales
El anuncio fue realizado en uno de los estados clave para las elecciones presidenciales: Pennsylvania. Esta región, símbolo del auge y declive de la industria manufacturera estadounidense, representa un terreno crucial en la lucha por los votos obreros. Trump busca revalidar su influencia en el «Rust Belt» apelando al nacionalismo económico y a la promesa de revitalizar la industria local.
Mientras tanto, los mercados reaccionaron de inmediato. Las acciones de Cleveland-Cliffs Inc., un fabricante de acero, subieron un 26 por ciento tras el anuncio, en una clara señal de que los inversores anticipan beneficios para los productores nacionales ante la caída de la competencia extranjera.
No obstante, el movimiento no está exento de riesgos. Muchos analistas alertan que la escalada arancelaria podría desembocar en represalias internacionales y encarecer productos básicos, afectando tanto a empresas como a consumidores en un momento de creciente inflación e incertidumbre económica global.
