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El nearshoring irrumpió hace un par de años como una de las mayores promesas para la economía mexicana: relocalizar cadenas de suministro hacia México, aprovechando su cercanía geográfica con Estados Unidos, costos competitivos y la integración ya existente en cadenas productivas norteamericanas.
Sin embargo, en 2025, el panorama se ha vuelto más complejo y menos eufórico. La combinación de tensiones comerciales con Estados Unidos, amenazas arancelarias y la próxima revisión del T-MEC ha llevado a muchas empresas e inversionistas a replantear sus estrategias. El entusiasmo inicial cede paso a un análisis más frío y realista sobre los beneficios y riesgos de instalar operaciones en México.
⚖ Del empuje inicial a la necesidad de factores de atracción
Para Todd Martínez, co-director de la División de Soberanos de las Américas en Fitch Ratings, no basta con que las empresas busquen salir de Asia por costos o geopolítica:
“Detrás del fenómeno, también hay que apostar por los factores de atracción, como la competitividad y la institucionalidad”.
Esto significa que, para capitalizar la oportunidad, México debe resolver desafíos internos en infraestructura, seguridad y suministro energético, y anticiparse a cambios regulatorios que pueda imponer su socio comercial.
🇺🇸 El socio del norte endurece su postura
La administración estadounidense ha elevado la vigilancia sobre importaciones estratégicas, especialmente en sectores como:
- Acero y aluminio
- Energía
- Tecnología y semiconductores
Esto abre la posibilidad de nuevos aranceles o reglas de origen más estrictas que encarezcan la producción en México.
Además, la revisión del T-MEC podría traer exigencias laborales y ambientales más rigurosas, aumentando los costos de cumplimiento y afectando la planeación de inversiones a largo plazo. La polarización política en el Congreso estadounidense y las elecciones de 2026 añaden un factor de incertidumbre que podría redibujar las prioridades comerciales, desde incentivos al reshoring (relocalización doméstica) hasta sanciones más agresivas contra socios.
Nearshoring vs. Reshoring: la competencia por la inversión
El reshoring en Estados Unidos emerge como una alternativa atractiva para ciertos sectores, impulsado por incentivos fiscales y presión política para proteger empleos locales. Sin embargo, enfrenta limitaciones como costos laborales más altos y falta de capacidad para absorber toda la producción que hoy se hace en Asia y México.
Para Elijah Oliveros-Rosen, economista en jefe para Mercados Emergentes de S&P Global:
“Hemos visto una pausa en los flujos de inversión relacionados con la relocalización de empresas, muy probablemente en reacción a la incertidumbre arancelaria”.
Razones para el optimismo
No todo es negativo. La proximidad geográfica, los costos aún más bajos que en otros países, incluso considerando aranceles, y la integración logística en cadenas norteamericanas, mantienen a México como un socio difícil de sustituir.
Iván Arias, director de Estudios Económicos de Banamex, apunta:
“Si México logra negociaciones exitosas con Estados Unidos en los próximos meses, podríamos ver una intensificación del nearshoring que ahora sí se traduzca en un impulso económico más amplio y significativo”.
Conclusión: oportunidad que exige adaptabilidad
El nearshoring ya no es una promesa automática de crecimiento, sino una oportunidad condicionada. Solo las empresas y sectores que se adapten al nuevo entorno regulatorio, inviertan en productividad y gestionen riesgos internos podrán convertirlo en una ventaja competitiva sostenible.
El segundo semestre de 2025 será crucial para definir si México consolida su papel como hub de manufactura estratégica o si el boom del nearshoring se convierte en una oportunidad perdida.