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Mujeres mexicanas dedican 65% de su tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no pagado: una brecha que persiste

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El uso del tiempo es uno de los indicadores más reveladores de las desigualdades de género en México. Según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) elaborada por el Inegi, las mujeres dedican 64.8% de su tiempo de trabajo a actividades domésticas y de cuidados no remunerados, mientras que los hombres destinan apenas el 33.3%.

Esto significa que las mujeres trabajan el doble que los hombres en tareas como limpieza, cocina, mantenimiento del hogar y cuidado de niños, enfermos o adultos mayores, actividades indispensables para la vida cotidiana, pero invisibles en las cuentas nacionales.

Brechas que se reflejan en la economía

La consecuencia de esta distribución desigual es que las mujeres participan menos en el mercado laboral formal: solo el 30.9% de su tiempo lo destinan a actividades remuneradas, mientras que los hombres alcanzan un 66.7%.

En términos económicos, esta situación reduce las oportunidades de las mujeres de acceder a empleos de calidad, crecer profesionalmente y generar ingresos que les permitan independencia financiera. El Banco Mundial y la Cepal han advertido que la falta de reconocimiento y redistribución del trabajo de cuidados es uno de los principales obstáculos para cerrar la brecha de género en América Latina.

Impacto en la vida de las mujeres

La sobrecarga de cuidados no remunerados afecta la salud física y emocional de millones de mujeres. Muchas deben combinar jornadas laborales formales con extensas tareas en el hogar, lo que genera estrés, agotamiento y limitaciones de tiempo para el descanso, el estudio o el ocio.

Además, este panorama contribuye a la persistencia de estereotipos de género: se sigue asumiendo que el cuidado es responsabilidad casi exclusiva de las mujeres, mientras que los hombres se concentran en el trabajo productivo fuera del hogar.

Un cambio necesario

Expertos en género y economía coinciden en que se requieren políticas públicas integrales para reducir esta desigualdad. Algunas medidas clave incluyen:

  • Ampliar la cobertura de estancias infantiles y servicios de cuidado de adultos mayores, para redistribuir la carga.
  • Promover la corresponsabilidad masculina, impulsando permisos de paternidad más largos y campañas de sensibilización.
  • Reconocer el valor económico del trabajo no remunerado en las cuentas nacionales.
  • Impulsar la desconexión digital y horarios flexibles que permitan conciliar vida laboral y personal.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha mencionado la necesidad de fortalecer el sistema nacional de cuidados, una propuesta que, de concretarse, podría ser un paso hacia la equidad. Sin embargo, especialistas advierten que el reto es enorme: se trata de cambiar estructuras sociales y culturales arraigadas durante generaciones.

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