Subscribe to our YouTube channel
El litio se ha convertido en uno de los minerales más codiciados del mundo. Su importancia estratégica para la transición energética y la fabricación de baterías lo coloca en el centro de la competencia global. Países como Bolivia, Chile y Argentina ya forman parte del llamado “triángulo del litio”, y ahora México busca subirse a este tren, aunque el camino no será corto ni barato.
De acuerdo con Fernando Romero, director general de Honeywell en Chile, México necesitará entre cinco y seis años de desarrollo para consolidar su industria y una inversión que podría superar los 10 mil millones de dólares. El país tiene el potencial, pero aún está en una fase incipiente, con desafíos técnicos, regulatorios y financieros por resolver.
Los pasos necesarios para desarrollar el litio en México
1. Exploración y evaluación de yacimientos
El primer paso consiste en sondajes, estudios geológicos y evaluación de leyes del mineral. Este proceso puede tomar entre 1 y 2 años, ya que no basta con identificar reservas: es necesario determinar la viabilidad técnica y económica de su explotación.
2. Ingeniería y permisos
Posteriormente, se deben diseñar los proyectos a detalle, obtener permisos ambientales y sectoriales, además de contar con la aprobación de las comunidades locales. Este proceso puede demorar entre 12 y 18 meses, y suele ser una de las fases más complejas.
3. Construcción y puesta en marcha
La edificación de plantas y su puesta en operación requiere al menos un año adicional. En total, el ciclo completo desde la exploración hasta la producción de la primera tonelada de carbonato de litio puede extenderse entre 4 y 5 años, siempre que no existan retrasos regulatorios o sociales.
Inversión millonaria: el reto financiero
La clave para competir globalmente es apostar por economías de escala. Según Romero, proyectos pequeños no logran incidir en el tablero internacional. Se necesitarán plantas grandes con inversiones mínimas de mil millones de dólares, pudiendo alcanzar los 10 mil millones, dependiendo de la magnitud de la integración (minería, refinación, producción de cátodos y ensamble de baterías).
El papel de LitioMx y el gobierno
La presidenta Claudia Sheinbaum ha colocado al litio como una prioridad de su administración, a través de LitioMx, empresa estatal que coordina los esfuerzos. México ya cuenta con patentes desarrolladas por el Instituto Mexicano del Petróleo, aunque la principal barrera es llevar esas innovaciones a la escala industrial, con costos accesibles y procesos eficientes.
El especialista destacó que México tiene una ventaja geográfica estratégica: es un hub automotriz y cuenta con tratados comerciales que le permiten integrarse en las cadenas globales de valor. Desarrollar corredores productivos que integren minería, refinación y ensamble de baterías podría garantizar un mayor valor agregado y competitividad frente a gigantes como China y Estados Unidos.
Aprender de la experiencia del triángulo del litio
La experiencia de Bolivia, Chile y Argentina ofrece lecciones clave. Estos países llevan décadas desarrollando proyectos de litio y ya tienen alianzas con empresas globales. Para México, la cooperación con estos actores puede acelerar su curva de aprendizaje y reducir riesgos.
En Bolivia, por ejemplo, los proyectos estatales enfrentaron retrasos por la falta de capital y tecnología, mientras que Chile y Argentina avanzaron mediante esquemas de asociación público-privada, que podrían servir de referencia para el modelo mexicano.
México ante un futuro energético y económico
El litio no solo es un mineral, es un pasaporte hacia la electromovilidad, la digitalización y las energías limpias. Si México logra estructurar reglas claras para inversionistas nacionales e internacionales, el país podría posicionarse en el mapa global en menos de una década.
Sin embargo, la tarea no es sencilla: requiere inversión masiva, voluntad política, coordinación con comunidades locales y una visión de largo plazo. El tren del litio ya partió, y México debe decidir si se sube como protagonista o se queda rezagado observando cómo otros lideran el mercado.