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Las bebidas energetizantes ya no le dan ‘pila’ al SAT: se desploma la recaudación fiscal y podrían prohibirse a menores

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Durante los años más intensos de la pandemia, las bebidas energetizantes vivieron un auge sin precedentes en México. En medio del confinamiento, la fatiga y la necesidad de mantenerse activo para estudiar o trabajar desde casa, estos productos se convirtieron en una alternativa rápida y accesible. Sin embargo, hoy el panorama es muy distinto: la recaudación fiscal por su venta ha caído estrepitosamente y el Congreso ya discute su regulación más estricta, especialmente para menores de edad.

Según cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), la recaudación del impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) aplicado a las bebidas energetizantes se desplomó 75% en apenas tres años. Mientras que en el primer trimestre de 2022 se recaudaron 92.3 millones de pesos, para el mismo periodo de 2025 la cifra cayó a solo 24.7 millones de pesos.

Este descenso refleja no solo una caída en el consumo, sino también un posible cambio en los hábitos del consumidor mexicano. Cada vez más personas están conscientes de los efectos negativos de estas bebidas sobre la salud, en especial entre jóvenes y adolescentes.

De boom pandémico a desinterés pospandemia

Durante la pandemia, las ventas de bebidas energéticas se dispararon. Su uso se intensificó entre estudiantes, oficinistas y trabajadores del hogar que necesitaban mantenerse despiertos y enfocados. No obstante, ese auge fue efímero. A partir de 2023, las cifras comenzaron a caer, reflejando un mercado saturado y una mayor conciencia de sus efectos adversos.

El IEPS a estas bebidas existe desde 2011, pero fue en la emergencia sanitaria cuando alcanzó su punto máximo. El crecimiento fue exponencial: de solo 1.5 millones de pesos en 2019, pasó a 82 millones en 2020, y luego a más de 90 millones en 2022. Sin embargo, esa tendencia se revirtió bruscamente.

Riesgos para la salud y nuevas regulaciones en camino

Ante el evidente consumo por parte de adolescentes, el senador Ricardo Monreal propuso una reforma a la Ley General de Salud para prohibir la venta de bebidas energetizantes a menores de edad. La iniciativa contempla multas de hasta 2,000 UMAs, equivalentes a más de 226,000 pesos, a quienes no cumplan con la normativa.

Monreal ha denunciado presión por parte de cabilderos de la industria, pero insiste en que su propuesta busca proteger la salud pública. México podría sumarse así a países como Francia, Colombia, Lituania o Polonia, que ya han implementado restricciones similares.

Estudios recientes publicados en la revista BMC Public Health revelan que un 31% de los adolescentes entre 12 y 17 años consumen bebidas energizantes de forma regular. Los riesgos asociados van desde insomnio, ansiedad, y dolores de cabeza, hasta trastornos cardiovasculares y bajo rendimiento académico. Además, su consumo frecuente se asocia con una mayor propensión al uso de tabaco, alcohol y otras sustancias.

¿Qué medidas se han adoptado en otros países?

A nivel global, la preocupación por estas bebidas ha motivado una serie de políticas restrictivas. Al menos 73 países y territorios han implementado medidas como:

  • Prohibición de venta a menores de edad.
  • Etiquetado con advertencias sanitarias.
  • Restricciones de publicidad y promoción.
  • Prohibiciones en entornos escolares.
  • Impuestos especiales para desincentivar el consumo.

Sin embargo, la industria enfrenta desafíos para la implementación efectiva de estas medidas, incluyendo el mercado informal, la resistencia del sector y la falta de actualización legal.

¿Qué pasa con el mercado mexicano?

De acuerdo con datos de Euromonitor, el mercado de bebidas energizantes en México tuvo una tasa de crecimiento anual compuesta del 8% entre 2020 y 2025. Entre las marcas más consumidas destacan Red Bull, Monster y Vive100. Su éxito se explica por un ritmo de vida cada vez más acelerado, el marketing agresivo y la necesidad de productos que prometen aumentar el rendimiento físico y mental.

No obstante, el crecimiento parece haber alcanzado su techo. La saturación del mercado y el escrutinio sobre sus efectos están frenando su avance. A esto se suma la disminución en la recaudación fiscal, lo que podría generar presión para reformular las políticas fiscales y sanitarias al respecto.

Conclusión

El declive en la recaudación por bebidas energetizantes no es solo un dato fiscal: es también un reflejo del cambio de percepción de los consumidores y del debate creciente en torno a la salud pública. Con propuestas en el Congreso y la presión de la sociedad civil, México parece encaminado hacia una regulación más estricta de estos productos.

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