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Inflación en la OCDE baja en julio a 4.1%: ¿qué significa para la economía global?

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La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) informó que en julio de 2025 la inflación interanual de sus países miembros se situó en 4.1%, una leve disminución de una décima en comparación con junio. Aunque la variación parece marginal, el dato cobra relevancia al reflejar una tendencia de estabilización en medio de un contexto internacional todavía marcado por la volatilidad en los precios de la energía y los alimentos.

Factores que impulsaron la baja

De acuerdo con el organismo, los precios de los alimentos —uno de los componentes más sensibles de la inflación— mostraron una ligera reducción, pasando de 4.6% en junio a 4.5% en julio. Esto sugiere cierta moderación en las presiones inflacionarias derivadas de la cadena de suministros agrícolas y de los costos internacionales de granos y materias primas.

En contraste, el sector energético experimentó un incremento de 0.3%, aunque todavía menor al 0.9% observado en junio. Si bien la energía sigue siendo un factor de volatilidad —especialmente ante las tensiones geopolíticas y las fluctuaciones del petróleo—, su impacto ha disminuido respecto a meses anteriores.

La llamada inflación subyacente —que excluye alimentos y energía, por su alta variabilidad— también retrocedió ligeramente a 4.4%, confirmando que la moderación inflacionaria no es únicamente coyuntural, sino que comienza a consolidarse en los distintos sectores de la economía.

Desempeño entre países miembros

El informe destaca que la inflación bajó en 12 de los 38 países miembros de la OCDE, aumentó en 10 y se mantuvo prácticamente estable en 16. Esto revela un escenario mixto: mientras algunas economías avanzadas logran contener el alza de precios, otras aún enfrentan dificultades para moderar la presión inflacionaria.

En el caso de la eurozona, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) armonizado se mantuvo en 2%, cumpliendo por segundo mes consecutivo con el objetivo del Banco Central Europeo, lo que da señales positivas para la región.

Por su parte, el G7 mantuvo su inflación en 2.6%, un nivel estable que refleja un equilibrio en las mayores economías del bloque, aunque con riesgos latentes vinculados a la política monetaria de Estados Unidos y las tensiones comerciales internacionales.

Implicaciones económicas

Aunque la reducción de la inflación puede parecer modesta, representa un respiro para los hogares, empresas y bancos centrales. Para las familias, implica que el costo de vida deja de crecer al ritmo acelerado que se vio en 2022 y 2023. Para los bancos centrales, supone un argumento a favor de mantener o incluso acelerar los recortes de tasas de interés, con el fin de estimular el crecimiento sin perder de vista la estabilidad de precios.

Sin embargo, el panorama no está exento de riesgos. La volatilidad en los precios de la energía y los alimentos, junto con factores externos como los conflictos geopolíticos y las políticas arancelarias, podrían reactivar las presiones inflacionarias en los próximos meses.

En este sentido, la disminución de la inflación en julio es una señal positiva, pero no definitiva: el reto sigue siendo consolidar la tendencia a la baja y acercar la inflación a los objetivos de largo plazo, que en la mayoría de los países de la OCDE se ubican cerca del 2%.

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