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La lucha contra el gusano barrenador se ha convertido en uno de los desafíos sanitarios más costosos para la industria ganadera mexicana. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Engordadores de Ganado (AMEG), los ganaderos del país están destinando 400 millones de dólares al año para cumplir con regulaciones sanitarias y frenar la expansión de esta plaga, particularmente en el sureste del país.
El director general de AMEG, Enrique López, explicó que este gasto incluye desde acciones preventivas, protocolos de sanidad animal, control de movilidad de ganado, hasta la aplicación de tratamientos veterinarios y vigilancia epidemiológica constante.
“Nos da 400 millones de dólares al año, es el impacto de un mayor costo de producción y sobrerregulación para frenar el gusano barrenador en México”, detalló.
Una amenaza biológica que se contiene, pero no se erradica
El gusano barrenador del ganado es una larva parasitaria que afecta a reses, caballos y aves, provocando heridas graves, pérdida de peso y hasta la muerte, si no es tratada a tiempo. La plaga es propagada por una mosca que deposita sus larvas en los animales, y aunque los contagios se pueden tratar, su expansión representa un riesgo sanitario y económico considerable.
Gracias a los esfuerzos del sector, la plaga ha sido contenida en el sur del país, sin que haya avanzado hacia el centro ni mucho menos al norte, donde México mantiene una zona libre del gusano barrenador, indispensable para conservar la certificación de exportación de ganado vivo hacia Estados Unidos.
Sobrerregulación y pérdidas económicas para el sector
El presidente de AMEG, Jesús Brigido Coronel Valles, explicó que una de las principales consecuencias del esfuerzo sanitario ha sido la sobrerregulación, especialmente en la movilidad del ganado entre regiones, lo que ha generado fuertes mermas económicas.
“En años anteriores teníamos una merma de origen a destino de 10 a 12 por ciento, pero hoy se registra hasta un 18 por ciento de merma de peso”, señaló Coronel Valles.
Estas pérdidas impactan directamente en el costo de producción, ya que el aumento en la morbilidad (enfermedades) y mortalidad animal incrementa la presión sobre los márgenes de ganancia de los engordadores y productores.
Exportaciones afectadas y fronteras cerradas
Además de los costos internos, la industria ganadera mexicana enfrenta pérdidas mensuales de entre 25 y 30 millones de dólares debido al cierre parcial de fronteras por parte de Estados Unidos, que ha restringido la entrada de ganado proveniente de zonas con riesgo sanitario.
A pesar de que el norte del país está libre del gusano barrenador, la afectación generalizada del mercado y las nuevas exigencias de inspección generan trabas al comercio exterior.
Juan Ley Zevada, presidente de Mexican Beef, reconoció el esfuerzo colectivo del sector para contener la plaga y destacó que, hasta ahora, la incidencia no ha crecido a nivel nacional, lo cual demuestra que las medidas aplicadas están funcionando.
Tratamiento y prevención, la estrategia clave
Contrario a lo que muchos piensan, los animales infectados con gusano barrenador no son sacrificados automáticamente. En su lugar, se les atiende médicamente y se curan las heridas para que puedan continuar con su ciclo productivo.
El riesgo de contagio no proviene del animal enfermo, sino de la mosca que deposita las larvas, por lo que el control entomológico se ha vuelto una prioridad sanitaria.
Conclusión: una batalla costosa pero necesaria
La lucha contra el gusano barrenador en México representa uno de los esfuerzos sanitarios más importantes y costosos del sector agropecuario. Aunque las cifras son alarmantes, los líderes del sector aseguran que se ha logrado evitar una expansión nacional de la plaga, protegiendo el estatus sanitario de exportación y minimizando riesgos económicos mayores.
El reto para los próximos años será equilibrar la regulación con la productividad, evitando mermas excesivas y asegurando que las condiciones de sanidad no se conviertan en un obstáculo insalvable para el crecimiento del sector.