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Estados Unidos pierde su última calificación crediticia AAA: Moody’s lanza una dura advertencia sobre la deuda federal

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En un giro histórico que sacudió los mercados financieros globales, Estados Unidos fue despojado de su última calificación crediticia de primer nivel por parte de Moody’s Ratings. La agencia rebajó la calificación del país de Aaa a Aa1, dejando a la economía más grande del mundo oficialmente fuera del exclusivo grupo de naciones con la máxima calificación en las tres principales agencias: Moody’s, Fitch y S&P Global Ratings.

La decisión de Moody’s refleja la creciente preocupación por el creciente déficit presupuestario de Estados Unidos y su elevado nivel de deuda pública. Según la agencia, estos factores amenazan su reputación como el destino más seguro para la inversión de capital global y podrían traducirse en mayores costos de endeudamiento para el gobierno federal.

El anuncio llega en un momento en que el déficit presupuestario anual ronda los 2 billones de dólares, equivalentes a más del 6% del producto interno bruto. Moody’s expresó que, aunque reconoce las fortalezas económicas y financieras de Estados Unidos, estas ya no compensan completamente el deterioro de sus métricas fiscales.

El impacto en los mercados no tardó en sentirse. Los rendimientos del bono del Tesoro a 10 años subieron hasta el 4,49% y los principales fondos cotizados vinculados al S&P 500 cayeron en las operaciones posteriores al cierre, destacando el nerviosismo de los inversores ante el aumento esperado en los costos de financiamiento del gobierno.

Además de los fundamentos económicos, el momento de la rebaja generó controversia política. Desde la Casa Blanca, se calificó la decisión como “política”. Un portavoz del presidente Donald Trump apuntó directamente contra el economista Mark Zandi, de Moody’s Analytics, a quien acusó de ser un crítico sistemático de las políticas de la actual administración, aunque cabe destacar que Moody’s Ratings y Moody’s Analytics son entidades separadas.

Moody’s justificó la rebaja señalando el aumento sostenido de la deuda federal durante más de una década, exacerbado por déficits persistentes y un entorno de tasas de interés más altas. Esto ha elevado significativamente la carga de intereses que el Tesoro debe pagar cada año. La agencia también criticó la falta de voluntad política en el Congreso y en sucesivas administraciones para adoptar medidas fiscales responsables.

El downgrade se produjo el mismo día en que una importante comisión de la Cámara de Representantes no logró avanzar con un ambicioso paquete de recortes de impuestos impulsado por la Casa Blanca. Este plan incluye renovaciones de las reducciones fiscales aprobadas en 2017 y nuevas reducciones prometidas por Trump, con un costo estimado de 4 billones de dólares y solo 1,5 billones de dólares en recortes de gasto para contrarrestarlo.

A pesar de las críticas, la administración Trump insiste en que sus políticas económicas —basadas en recortes de impuestos, menor regulación y una política arancelaria proteccionista— promoverán el crecimiento económico sostenido.

El escenario que se perfila es incierto. Si bien la rebaja por parte de Moody’s no implica un riesgo inmediato de impago, sí debilita la imagen de Estados Unidos como refugio seguro para los inversionistas y podría provocar que los acreedores exijan mayores rendimientos a cambio del riesgo percibido.

En este contexto, los ojos del mundo están puestos en Washington. La sostenibilidad fiscal de Estados Unidos vuelve al centro del debate económico global, y los próximos meses serán clave para determinar si los legisladores optan por la disciplina fiscal o si el déficit continuará creciendo sin freno, arriesgando la estabilidad económica a largo plazo.

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