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La nueva propuesta fiscal impulsada por los republicanos de la Cámara de Representantes, y respaldada por el expresidente Donald Trump, ha provocado una intensa disputa interna que amenaza con bloquear el avance de la iniciativa. El conflicto se centra en un punto clave del plan: el aumento del límite de deducción estatal y local, conocido como SALT.
La propuesta presentada a inicios de semana busca triplicar la deducción actual de $10,000 a $30,000 para quienes ganan menos de $400,000 al año. Para los ingresos superiores, el beneficio se reduciría progresivamente hasta volver al tope original. Sin embargo, este ajuste fue rápidamente rechazado por un grupo de legisladores republicanos conocido como el “SALTy Five”, quienes exigen un umbral más alto.
Este grupo está compuesto en su mayoría por representantes de Nueva York y California, estados donde los altos impuestos locales hacen que el límite actual de SALT perjudique significativamente a sus votantes. Entre ellos se encuentra el congresista Nick LaLota, quien advirtió: «Si no hay un compromiso, votaré ‘no’ al proyecto, y probablemente no pasará.»
El enfrentamiento ha generado días de reuniones a puertas cerradas, tensiones públicas y hasta declaraciones subidas de tono. La congresista Nicole Malliotakis, también de Nueva York, fue incluso retirada de una de las reuniones por desacuerdos sobre la negociación. Mientras tanto, Young Kim, de California, propuso un límite aún mayor de $62,000 por individuo, calificando la propuesta actual de “una bofetada en la cara”.
Pero SALT no es el único dolor de cabeza para los republicanos. En paralelo, el proyecto fiscal incluye propuestas para ahorrar $625 mil millones recortando programas de salud, lo cual provocó protestas y hasta arrestos en el Capitolio. Además, se discute un posible aumento del techo de deuda y cambios en políticas energéticas.
El presidente de la Cámara, Mike Johnson, ha intentado mediar entre ambos bandos, actuando como un “árbitro neutral” según sus propias palabras. Pero el tiempo apremia: el lunes es la fecha límite para tener listo el proyecto completo, si es que quieren someterlo a votación la próxima semana.
La tensión interna se intensificó aún más con declaraciones del congresista Mike Lawler, quien atacó directamente al presidente del Comité de Medios y Arbitrios, Jason Smith, diciendo que “no tendría el maldito mazo sin los miembros del SALT caucus”.
Si el bloque rebelde mantiene su postura y los demócratas votan en bloque en contra, el proyecto corre un serio riesgo de fracasar, considerando que los republicanos solo cuentan con una estrecha mayoría de 220-213 escaños en la Cámara.
Más allá del debate tributario, el choque por el límite SALT expone las fracturas regionales dentro del Partido Republicano y cómo los intereses locales pueden poner en jaque las prioridades nacionales, incluso en un momento crítico de cara a la reelección de Trump.