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La carrera por la presidencia entre la vicepresidenta Kamala Harris y el ex presidente Donald Trump promete ser un punto decisivo en el debate energético de EE. UU. en los próximos cuatro años. Las visiones contrastantes de ambos candidatos sobre el futuro de la energía podrían definir la dirección del país, ya sea hacia una mayor adopción de energías verdes o un regreso a la dependencia de los combustibles fósiles.
La Visión de Kamala Harris
Harris ha adoptado un enfoque que muchos describen como una política de «todo lo anterior», lo que significa que aboga por diversificar las fuentes de energía y reducir la dependencia del petróleo extranjero. Durante su debate con Trump, subrayó la importancia de invertir en una variedad de fuentes de energía, que incluyen tanto las renovables como las tradicionales. Esta postura ha sido interpretada como una evolución significativa, especialmente en un estado clave como Pensilvania, donde la economía local depende en gran medida de la extracción de gas mediante fracking.
A pesar de sus promesas iniciales de restringir el fracking, Harris ha suavizado su discurso, reconociendo la importancia de equilibrar las inversiones en energía limpia con el aumento de la producción nacional de gas. Según Brian Gardner, estratega político de Stifel, aunque Harris podría no cambiar drásticamente los niveles de arrendamiento de petróleo y gas, es probable que su administración busque fomentar la energía limpia en detrimento de las fuentes tradicionales.
Las Promesas de Donald Trump
Por otro lado, Trump ha centrado su campaña en la promesa de reabrir la puerta a la perforación de petróleo y aumentar la producción de combustibles fósiles, presentando el petróleo como «oro líquido». Su discurso se ha centrado en que, si es elegido, podrá reducir drásticamente los precios de la energía, lo que atraerá a muchos votantes preocupados por la economía.
Sin embargo, los expertos han cuestionado la viabilidad de estas promesas, especialmente dado que EE. UU. ya está produciendo más petróleo que nunca, incluso más que durante la presidencia de Trump. No obstante, se espera que intente desmantelar los créditos fiscales de energía verde implementados por la administración Biden a través de la Ley de Reducción de Inflación (IRA) de 2022.
La Influencia del Congreso
La capacidad de ambos candidatos para llevar a cabo sus promesas energéticas depende en gran medida del control que sus respectivos partidos tengan en el Congreso. Trump necesitaría una Cámara de Representantes y un Senado cooperativos para implementar sus políticas de reducción de la regulación ambiental y expansión de la perforación de petróleo. Por su parte, Harris también se enfrentaría a desafíos significativos si su partido no controla ambas cámaras del Congreso.
Los expertos coinciden en que las políticas pro-industria no siempre se traducen en un rendimiento positivo de las acciones, y el tiempo para invertir en energías verdes fue durante el mandato de Trump, mientras que las acciones de combustibles fósiles han tenido su auge reciente bajo Biden.
Reflexiones Finales
El futuro del debate energético en EE. UU. se perfila como un campo de batalla crucial en la campaña presidencial, donde las decisiones que tomen Harris o Trump podrían tener consecuencias de largo alcance. Con la presión de los electores y la creciente necesidad de abordar el cambio climático, ambos candidatos tendrán que navegar entre las expectativas de sus bases y las realidades económicas que enfrentarán en sus potenciales administraciones.
La dirección que tome el país en términos de políticas energéticas podría no solo afectar el entorno de inversión en energías renovables y combustibles fósiles, sino también la vida cotidiana de los ciudadanos a medida que el costo y la disponibilidad de la energía se convierten en temas cada vez más relevantes.
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