Subscribe to our YouTube channel
La historia parece repetirse. Apenas unos años después de que la escasez global de semiconductores paralizara a la industria automotriz en 2021, un nuevo cuello de botella amenaza con desestabilizar al sector: la dependencia casi total de China para el suministro de tierras raras.
Estos minerales, esenciales para la fabricación de autos eléctricos y componentes tecnológicos, han sido declarados de seguridad nacional por Pekín. En abril, el gobierno chino impuso restricciones a su exportación, bajo un régimen de licencias, lo que ha afectado directamente las cadenas de producción de Asia, Europa y América.
El nuevo talón de Aquiles de la industria
Las tierras raras son un grupo de 17 elementos químicos que se utilizan en baterías de iones de litio, sensores, sistemas de asistencia eléctrica, motores eléctricos, pantallas y más. Elementos como el neodimio, disprosio o cerio resultan imprescindibles en los sistemas de propulsión de autos eléctricos, híbridos, y hasta en modelos de combustión avanzada.
Pero el problema radica en que más del 90 por ciento de la producción y refinamiento de estos minerales ocurre en China. Y no solo es la cantidad: también controlan las fases críticas de procesamiento, lo que hace que incluso países con reservas —como Estados Unidos o Australia— no puedan operar de forma independiente sin colaboración o infraestructura china.
El impacto ya se siente
Los primeros efectos de esta medida ya se evidencian. Suzuki suspendió la producción del modelo Swift en su versión convencional por falta de sensores. La asociación europea CLEPA confirmó que varias plantas automotrices en Europa se paralizaron tras quedarse sin suministros. De cientos de solicitudes de exportación presentadas desde abril, apenas una fracción ha sido aprobada.
Fabricantes como General Motors y Ford han obtenido licencias temporales, válidas por solo seis meses, mientras que otros como BMW desarrollan motores sin imanes permanentes. Sin embargo, incluso estas alternativas aún dependen de tierras raras en componentes secundarios.
¿Por qué otros países no extraen tierras raras?
El procesamiento de tierras raras requiere químicos peligrosos y genera residuos tóxicos. Por eso, muchas economías desarrolladas —incluyendo Alemania, Canadá o Japón— han desistido de explotarlas. Esto ha dejado el campo abierto a China, cuyos estándares ambientales son más flexibles o poco fiscalizados.
La paradoja es clara: los países que lideran la transición energética no controlan los materiales que la hacen posible. Y mientras el mundo apuesta por vehículos eléctricos y energías limpias, una gran parte de su infraestructura sigue dependiendo de minerales cuyo suministro está en manos de un solo jugador.
¿Hay soluciones a corto plazo?
Los gobiernos de Europa y Estados Unidos han anunciado inversiones para relocalizar partes de la cadena, como reciclaje y exploración de nuevas minas. Pero estas acciones tardarán años en dar resultados. Mientras tanto, la industria automotriz vive bajo la amenaza constante de interrupciones.
Incluso empresas como Tesla o BYD, conocidas por su integración vertical, dependen de proveedores externos para imanes, sensores, relés o actuadores. En palabras de Rubén Hoyo, vocero de Kia México, “ni los más grandes hacen todo por sí solos. Todos dependen de alguien más para algo”.
El riesgo es claro: sin diversificación, cualquier crisis geopolítica o comercial puede paralizar fábricas y elevar costos. Lo que fue una advertencia en 2021 con los chips, hoy se repite con los minerales invisibles que sostienen toda la tecnología moderna.
La industria automotriz está ante un nuevo desafío, y esta vez, no podrá decir que no lo vio venir.