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El juicio federal por tráfico sexual contra el rapero y productor musical Sean “Diddy” Combs ha tomado un giro impactante con el testimonio de George Kaplan, un exempleado que trabajó para el magnate entre 2013 y 2015. Kaplan, quien recibió inmunidad judicial para declarar sin enfrentar consecuencias legales, ofreció detalles perturbadores sobre la vida privada del artista y el funcionamiento interno de sus fiestas sexuales privadas, conocidas como “freak-offs”.
Según Kaplan, su rol como asistente personal dentro de Combs Enterprises iba mucho más allá de tareas administrativas. Relató que era el encargado de organizar los encuentros sexuales privados del rapero, reservando habitaciones de hotel bajo el seudónimo “Frank Black”. En estos espacios, debía preparar todo el entorno con una lista específica de artículos: aceites para masajes, lubricantes, alcohol, drogas y ambientación erótica. Todo ello costeado con una tarjeta corporativa, supuestamente para evitar dejar rastros financieros personales.
Uno de los testimonios más alarmantes fue cuando Kaplan recordó haber encontrado un polvo marrón con cristales en una de las habitaciones después de un “freak-off”. Aunque no pudo identificar la sustancia, dijo que la desechó por temor a las consecuencias. Añadió que tras cada evento, debía limpiar meticulosamente el lugar para eliminar cualquier evidencia que pudiera comprometer a Combs o alertar al personal del hotel.
Kaplan también denunció que vivía bajo constante presión psicológica. Aseguró que Diddy lo amenazaba mensualmente con despedirlo si no cumplía estrictamente con sus exigencias. Según su relato, el entorno de trabajo estaba dominado por el miedo, el abuso de poder y una cultura de secreto absoluto.
El testimonio forma parte de una serie de acusaciones graves que enfrenta Combs, quien ha sido vinculado a delitos que van desde tráfico sexual hasta extorsión y abuso de poder. Las investigaciones federales siguen su curso, y cada nuevo testimonio parece abrir más interrogantes sobre los años de excesos y aparente impunidad del artista.
Este escándalo ha generado una ola de reacciones en la industria musical, donde múltiples colaboradores y exempleados han comenzado a alzar la voz. Si bien Combs ha negado todas las acusaciones, los testimonios como el de Kaplan pintan un retrato oscuro del detrás de escena del imperio del artista.
La revelación también reabre el debate sobre la cultura de silencio en el entretenimiento, y cómo la fama y el dinero pueden ser utilizados como herramientas para encubrir comportamientos abusivos. A medida que el juicio avanza, el mundo espera respuestas, y sobre todo, justicia para las presuntas víctimas.