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La preocupación por el futuro del Seguro Social en Estados Unidos está creciendo a un ritmo alarmante, especialmente entre los casi 74 millones de jubilados y trabajadores discapacitados que dependen de estos beneficios para sobrevivir. Las recientes reformas impulsadas por la administración del presidente Donald Trump han generado incertidumbre, enojo y muchas preguntas sin respuesta clara. ¿Qué está pasando realmente con el Seguro Social? ¿Y cómo impactará esto a los beneficiarios actuales y futuros?
Una de las principales inquietudes de los ciudadanos es la posible demora en el pago de sus beneficios. Las columnas más recientes de la experta financiera Kerry Hannon, en Yahoo Finance, han recibido miles de comentarios, muchos de ellos expresando temor ante la reducción del personal en la Administración del Seguro Social (SSA), el cierre de oficinas regionales, la eliminación de líneas telefónicas y el incremento de las deducciones automáticas por sobrepagos pasados.
¿Cuándo se recibe el primer cheque?
Una pregunta frecuente es sobre el momento exacto en que se recibe el primer pago del Seguro Social. En condiciones normales, tras completar el proceso de solicitud, el primer pago suele tardar entre 30 y 45 días. Sin embargo, debido a los recortes recientes en personal, muchas oficinas están experimentando demoras significativas en el procesamiento.
Hannon recomienda iniciar el trámite con hasta cuatro meses de anticipación a la fecha deseada para comenzar a recibir los pagos, una recomendación que hoy parece más relevante que nunca.
Jubilarse a los 62: ¿una elección o una obligación?
Aunque lo ideal para muchos expertos financieros es esperar hasta los 70 años para comenzar a cobrar el Seguro Social —lo que otorga un incremento del 8% por año desde la edad plena de jubilación— no todos pueden permitírselo. Una gran parte de la población se ve obligada a comenzar a cobrar sus beneficios a los 62 años por falta de empleo, discriminación por edad en el mercado laboral o problemas de salud.
Según datos del Employee Benefit Research Institute, el 70% de los jubilados anticipados señala que su decisión fue forzada por circunstancias fuera de su control.
Y es que el edadismo sigue siendo una barrera real. Estudios del Transamerica Center for Retirement Studies muestran que para muchos empleadores, los 58 años es la edad máxima para nuevas contrataciones y 62 para continuar empleados.
Conversión de IRA a Roth: una estrategia de largo plazo
Entre los comentarios recibidos, destaca el testimonio de un lector que se jubiló a los 60 años pero comenzó a recibir su Seguro Social recién a los 70. Durante esa década, convirtió sus cuentas tradicionales IRA a Roth IRA, lo que le permitió gozar ahora de ingresos totalmente libres de impuestos, sin necesidad de cumplir con distribuciones mínimas requeridas cada año.
Esta estrategia, aunque no aplicable a todos, es una alternativa poderosa para quienes pueden planificar su retiro con antelación. Al convertir fondos de una cuenta IRA tradicional a una Roth, se paga impuestos sobre el monto transferido en el presente, pero se obtiene crecimiento libre de impuestos y retiros libres de impuestos en el futuro.
Servicio al cliente en crisis
Una de las consecuencias más alarmantes de los recortes impulsados por la administración Trump ha sido el deterioro del servicio al cliente en la SSA. La eliminación de miles de puestos, la reducción en la atención telefónica y el cierre de oficinas físicas han dejado a muchos beneficiarios —especialmente aquellos en zonas rurales— sin acceso a orientación básica sobre sus beneficios.
De hecho, en abril de 2025 se reportó un aumento del 25% en llamadas a la línea de ayuda de la SSA en comparación con el año anterior. Aunque la agencia revirtió parcialmente los recortes a la atención telefónica tras la presión pública, la situación sigue siendo crítica. Expertos como Kathleen Romig, del Center on Budget and Policy Priorities, advierten que los despidos continuarán, afectando aún más la calidad del servicio.
Jason Fichtner, exfuncionario de la SSA y actual director del Retirement Income Institute, fue aún más directo: “Con una SSA con menos personal del que necesita y sistemas informáticos obsoletos, es inevitable que se sigan produciendo demoras y fallos en el servicio.”
¿Qué esperar a futuro?
El panorama inmediato no es alentador. Si bien el Congreso podría intervenir para contrarrestar los recortes, los analistas coinciden en que es poco probable que lo haga. Mientras tanto, millones de ciudadanos deberán enfrentar un sistema sobrecargado y cada vez menos accesible.
En un país donde más del 40% de las personas mayores depende del Seguro Social como su única fuente de ingreso, estas decisiones políticas pueden tener consecuencias devastadoras.
La recomendación principal para quienes aún no han solicitado sus beneficios es anticiparse, mantenerse informados y considerar estrategias complementarias como las conversiones Roth o ingresos pasivos. Para quienes ya reciben sus cheques, monitorear regularmente sus cuentas y estar atentos a los cambios es fundamental.
El debate sobre el futuro del Seguro Social recién comienza, pero lo que ya es evidente es que su presente atraviesa una crisis de atención, confianza y sostenibilidad.