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La economía de Japón experimentó una contracción inesperada durante el primer trimestre de 2025, marcando su primer retroceso en un año. Según los datos preliminares publicados este viernes por el gobierno japonés, el producto interno bruto (PIB) real del país cayó un 0,7% anualizado en el periodo enero-marzo, superando ampliamente la estimación de una caída del 0,2% pronosticada por los analistas.
Este retroceso pone en evidencia la fragilidad de la recuperación económica de Japón y anticipa mayores dificultades de cara a la imposición de nuevos aranceles por parte del gobierno de Estados Unidos bajo la administración del presidente Donald Trump. Estos gravámenes, especialmente los aplicados al sector automotriz, clave para la economía japonesa, podrían representar un nuevo obstáculo para el crecimiento del país.
El dato fue impulsado por un estancamiento en el consumo privado —que representa más de la mitad del PIB japonés— y una reducción en las exportaciones, incluso antes del anuncio de los nuevos aranceles del 2 de abril. En términos trimestrales, la economía japonesa se contrajo un 0,2%, comparado con una previsión de una disminución del 0,1%.
El consumo privado se mantuvo plano durante el trimestre, mientras que la inversión de capital mostró un crecimiento del 1,4%, superior a la expectativa del 0,8%. Sin embargo, la demanda externa restó 0,8 puntos porcentuales al crecimiento del PIB debido a una caída del 0,6% en las exportaciones y un aumento del 2,9% en las importaciones. En contraste, la demanda interna aportó 0,7 puntos porcentuales positivos.
Este panorama refuerza la presión sobre el Banco de Japón (BOJ), que había comenzado a subir gradualmente las tasas de interés después de una década de políticas ultraexpansivas. En enero, el BOJ incrementó las tasas al 0,5% y manifestó su disposición a continuar elevándolas si la economía mantenía una trayectoria de crecimiento moderado y sostenido. No obstante, los temores de una desaceleración global inducida por la guerra comercial liderada por Estados Unidos llevaron a la entidad a recortar drásticamente sus proyecciones de crecimiento en la reunión de política monetaria del 30 de abril al 1 de mayo.
Si bien el alivio temporal de las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos ha brindado cierto respiro a los mercados, persiste la incertidumbre sobre si Japón logrará ser eximido de estos aranceles en futuras negociaciones bilaterales. La posibilidad de que se prolongue esta guerra comercial genera dudas sobre la capacidad del país para sostener el consumo interno mediante aumentos salariales permanentes.
La publicación de estos datos también intensifica la presión sobre el primer ministro Shigeru Ishiba para que considere medidas fiscales adicionales, como recortes impositivos o un nuevo paquete de estímulo económico, en un intento por amortiguar el impacto de un entorno externo cada vez más incierto.
La economía japonesa enfrenta, por tanto, una encrucijada: mantener su compromiso con una política monetaria más restrictiva o aplicar medidas urgentes que reactiven el consumo y amortigüen el impacto del nuevo entorno comercial global.