Subscribe to our YouTube channel
El director ejecutivo de Diamondback Energy, Travis Stice, lanzó una advertencia contundente durante la última presentación de resultados de la empresa: la producción de petróleo shale en Estados Unidos ha alcanzado su punto máximo y comenzará a disminuir.
Esta declaración se produce en un contexto de precios del crudo cercanos a mínimos de cuatro años, con el barril de West Texas Intermediate (WTI) por debajo de los $60 dólares.
¿Por qué se está desacelerando la producción?
Stice, quien pronto asumirá como presidente ejecutivo de la empresa, afirmó que la disminución de la actividad en el Permian Basin, la cuenca más importante del país, refleja una clara tendencia a la baja en la producción. “Cada conversación que tengo con otros operadores me confirma que este precio del petróleo no funciona para sostener el ritmo de extracción actual”, declaró.
A esto se suma un aumento sostenido en los costos de perforación y una disminución del número de plataformas activas, según datos recientes de Baker Hughes.
Un mercado petrolero bajo presión
Durante abril, los precios del petróleo registraron su peor caída mensual desde 2021, producto de dos factores clave:
- Temores de una guerra comercial global que podrían debilitar la demanda de energía.
- Aumento de producción por parte de la OPEP y sus aliados, que ha provocado una sobreoferta en el mercado.
¿Cómo impacta esto a la economía estadounidense?
Si bien la administración Trump ha intervenido en otras industrias afectadas por disputas comerciales, los analistas de JPMorgan advierten que no hay señales de que el gobierno vaya a rescatar a la industria petrolera. Por el contrario, su enfoque parece centrado en mantener bajos los precios de la energía para combatir la inflación.
“La prioridad del gobierno sigue siendo el control de los precios, y eso significa que no veremos un ‘rescate’ para los productores de shale”, afirma un reciente informe de JPMorgan.
¿Qué podría venir?
- Mayor consolidación entre empresas medianas y pequeñas que no pueden sostener sus costos de producción.
- Reducción de empleos en regiones petroleras clave como Texas y Nuevo México.
- Un posible rebote en precios si la oferta se reduce más rápidamente de lo esperado, lo cual sería un alivio para los productores, pero una amenaza inflacionaria global.